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Reescribiendo libros: un mundo sin contexto y sin matices

  • anitzeld
  • 22 feb
  • 3 Min. de lectura

¿No era más diverso el mundo cuando era políticamente incorrecto? La dictadura de lo políticamente correcto y de los lobbies fanáticos están dejando al mundo sin matices.


Cuando sigue la polémica en pie por la reescritura de los libros de Roald Dhal, Ian Fleming o Agatha Christie, aparece James Bond en el panorama; para evitar términos racistas, responden la censura.


"A la pregunta sobre la censura y por qué ocurre en un país democrático, es porque se ha politizado, especialmente en Estados Unidos, donde la gente trata de utilizar la censura de libros para lograr objetivos políticos mayores: el censurar a grupos como el LGTBI, los negros o los indígenas", opina David Levithan, escritor y editor de literatura infantil y juvenil.

"El mundo es violento, no podemos abolir esa realidad, edulcorándosela a los niños y niñas, si reescribimos los libros, al final transmitiremos las mismas historias: la del superhéroe o heorína fuerte, empoderado, sin miedos, dudas ni contradicciones. Y esto no se corresponde con la realidad", opina Rafael Guerrero, experto en psicología educativa,


Hace años que se retiran libros con contenido LGTBI en países como Estados Unidos, ahora intentan prohibir también los que aborden cuestiones como el racismo o el sexo. Ian Fleming Publications Ltd, la empresa propietaria de los derechos literarios de la obra de James Bond encargó una revisión de los textos clásicos bajo su control a lectores sensibles.

El periódico ingles The Telegraph reveló que, además, un disclaimer acompañará a los textos reeditados: "Este libro fue escrito en un momento en que los términos y actitudes que los lectores modernos podrían considerar ofensivos eran comunes".

"Se han realizado varias actualizaciones en esta edición, manteniendo lo más cerca posible del texto original y el período en el que se desarrolla", dirá el disclaimer.

Los cambios en los libros de Fleming supondrá que se modifiquen o eliminen algunas representaciones de personas negras. En cambio, se mantendrán referencias fechadas a otras etnias, como los términos raciales de Bond para las personas del este de Asia y las opiniones despectivas del espía sobre Oddjob, el secuaz coreano de Goldfinger.


En la versión reformada de Vive y deja morir, la evaluación de Bond de que los posibles delincuentes africanos en el comercio de oro y diamantes son "muchachos respetuosos de la ley que debería haber pensado, excepto cuando han bebido demasiado" se convierte en: "Tipos bastante respetuosos de la ley, debería haber pensado".


Este debate, ha generado el rechazo de diferentes sectores, tanto críticos como en lectores.





Un ejemplo de los cambios que se realizaron a Las Brujas, Novela de Roald Dahl, : “Incluso si ella trabaja como cajera de un supermercado o escribiendo cartas para un hombre de negocios” por “Incluso si ella trabaja como científica jefe o como mujer emprendedora”, indicando que cuando Dahl escribió este texto, la mujer no ocupaba el lugar en la sociedad que ocupa en la actualidad.


“Lo que hay que pensar es en el momento en el que se escribe el libro. No es lo mismo un cuento tradicional que fue escrito 1658 que un cuento que puedo escribir yo hoy en día. No me pueden tratar de la misma manera”, explicó escritora chilena, Carola Martínez Arroyo, y la editora de Babel Libros.

¿Se puede censurar una obra sin tomar en cuenta el contexto histórico?


El contexto histórico es el conjunto de circunstancias temporales, sociales y culturales que rodean un evento, una obra artística o un referente determinado, y que pueden resultar relevantes para entender mejor su contenido. Comprender los contextos históricos permite conocer a mayor cabalidad lo que un suceso significó en su momento, siempre relevante a la hora de juzgar algo o alguien.


Lo políticamente correcto nació como un acto para subrayar la justicia social, tristemente hoy esa acción ha derivado en una corriente que coarta la libertad de expresión y de creación. Rebecca Solnit, escritora estadounidense, afirmó: “la cultura de la cancelación es un concepto que nos idiotiza”.

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