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Por primera vez, una mujer asume la gobernación del Estado del Vaticano

Un paso que desafía siglos de tradición y abre camino a una Iglesia más inclusiva


Es un hecho histórico y simbólico al mismo tiempo. Por primera vez en la historia del Estado del Vaticano, una mujer asume la gobernación. Raffaella Petrini, con su nombramiento, no solo está desafiando una tradición que se remonta siglos atrás, sino que también está abriendo las puertas a una Iglesia más inclusiva y moderna. En un lugar donde la jerarquía ha estado dominada por hombres, esta designación representa un paso audaz hacia la redefinición del papel de las mujeres dentro de la institución.




El camino de Raffaella Petrini hacia el Vaticano


A partir del 1 de marzo de 2025, Sor Raffaella Petrini asumirá dos responsabilidades clave en el Vaticano, como Presidenta de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano y como Presidenta de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Cargos que  implican la supervisión de la administración civil del Vaticano, incluyendo la gestión de recursos humanos, la planificación urbana y la coordinación de las actividades diarias del Estado además de la supervisión de la seguridad, los servicios públicos y la gestión de los bienes del Vaticano. 

Raffaella Petrini no es una figura ajena a la administración vaticana. Antes de su nombramiento, ocupaba altos cargos en el Vaticano, donde su carrera y formación académica se destacaban. Miembro de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía con estudios en ciencias políticas y un doctorado en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, Petrini tiene una sólida formación que la ha preparado para asumir este desafío. Más allá de ser mujer, su ascenso al puesto de gobernadora está fundamentado en su competencia y logros previos. Este nombramiento resalta aún más en un contexto donde las mujeres tradicionalmente han estado fuera de las posiciones de poder en la Iglesia Católica.

Una característica de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía es tener un alto nivel educativo en promedio, y la hermana Petrini no es una excepción en este aspecto. Obtuvo una licenciatura en ciencias políticas en la Universidad Luiss de Roma (especialización en relaciones industriales), una licenciatura y un doctorado en ciencias sociales en la Pontificia Universidad San Tomás de Aquino, también en Roma (licenciatura con una tesis sobre “La contribución del hospicio franciscano a la cultura de la solidaridad” y doctorado con tesis sobre “Salud, equidad y cuidado al final de la vida”) y una maestría en “Science of Organization Behavior” en la Barney School of Business de la Universidad de Hartford, en Connecticut.


Ha enseñado doctrina social de la Iglesia y sociología de la salud en el Instituto de Teología Pastoral Sanitaria Camillianum de Roma, y economía del bienestar y sociología de los procesos económicos en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad San Tomás.


En octubre pasado, la hermana Petrini lideró la delegación vaticana que participó en el prestigioso Global Standard Symposium en Nueva Delhi, sobre el tema “Catalizar el cambio: los líderes de la industria y de los ministerios definen el futuro de la innovación”, y en esa ocasión, entre otras cosas, reiteró la propuesta de la Santa Sede para la creación de una Agencia Internacional que se encargue de desarrollar un marco normativo y operativo sobre el uso pacífico de la inteligencia artificial. Además del nuevo cargo, la religiosa romana continuará siendo parte de la Apsa (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) y del Dicasterio para los Obispos.


Una tradición que está cambiando


El Vaticano, como centro espiritual de la Iglesia Católica, ha sido históricamente un bastión de tradición. Desde su creación, las estructuras de poder en el Vaticano han estado casi exclusivamente dominadas por hombres. Las mujeres han tenido roles importantes, pero siempre a la sombra del clero y bajo un sistema que limitaba su acceso a puestos de responsabilidad. El nombramiento de Petrini marca un cambio significativo, un primer paso hacia una posible evolución más profunda en la estructura del Vaticano.


Este cambio no es solo importante por el hecho de que una mujer esté al mando, sino por lo que representa para los católicos de todo el mundo. Aunque el Vaticano sigue siendo una institución profundamente conservadora, la decisión de nombrar a Petrini pone sobre la mesa la posibilidad de que la Iglesia puede cambiar. El Papa Francisco, conocido por su enfoque reformista, ha sido un defensor de abrir espacios para las mujeres dentro de los límites de la tradición eclesiástica. Este nombramiento refleja ese deseo de modernización y adaptación a los tiempos.


El futuro de la Iglesia también incluye a las mujeres


Como cualquier cambio importante, este no está exento de desafíos. Petrini se enfrentará a la resistencia de quienes prefieren mantener intactas las tradiciones del Vaticano y quienes pueden ver su nombramiento como una amenaza al orden establecido. Sin embargo, lo que es innegable es que este nombramiento será recordado como un punto de inflexión. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha evolucionado en muchos aspectos, a veces lentamente, pero siempre avanzando. Esta es una oportunidad para que el Vaticano también evolucione en términos de inclusión de género.


Lo que hace aún más relevante el nombramiento de Petrini es que no se trata solo de un cambio dentro del Vaticano, sino de un mensaje poderoso para la Iglesia Católica en su conjunto. Cada vez más mujeres en todo el mundo ocupan posiciones importantes en diversas ramas de la vida eclesiástica. Aunque todavía persiste una gran diferencia entre los puestos de poder ocupados por hombres y mujeres, el nombramiento de una mujer para un cargo tan prominente como la gobernación del Estado del Vaticano envía un mensaje claro: el futuro de la Iglesia debe incluir a las mujeres de manera activa y visible.


Raffaella Petrini no es solo una figura administrativa; su nombramiento simboliza un cambio profundo hacia una Iglesia más inclusiva y diversa. Aunque este paso pueda ser lento y desafiante, tiene el potencial de allanar el camino para otros cambios dentro de una institución tan arraigada en la tradición. Al asumir este cargo, Petrini no solo está haciendo historia en el Vaticano, sino que también está sembrando las semillas para un futuro más igualitario dentro de la Iglesia Católica.


La historia de las mujeres en la Iglesia Católica


A lo largo de los siglos, las mujeres han tenido roles significativos en la Iglesia, pero siempre limitados por las restricciones impuestas por la tradición y la doctrina. En su mayoría, las mujeres no han ocupado cargos de liderazgo formal, pero han influido de diversas maneras. Desde las abadesas y líderes de órdenes religiosas hasta las mujeres como místicas y teólogas, su impacto ha sido profundo, aunque fuera de las estructuras jerárquicas oficiales.


Aunque los roles de las mujeres han sido tradicionalmente limitados, en los últimos años ha habido algunos avances. El Papa Francisco ha hecho esfuerzos por abrir más espacios para las mujeres en roles administrativos y ha nombrado a figuras como Petrini para cargos clave. Sin embargo, la plena igualdad dentro de la Iglesia aún queda por lograr, y la presencia de mujeres en cargos como el de cardenal o papa sigue siendo una cuestión no resuelta.


Incluso existen leyendas que hablan de una "Papisa Juana", una mujer que, según algunas historias no oficiales, habría logrado ascender al papado en el siglo IX disfrazada de hombre. Sin embargo, no hay evidencia histórica sólida que respalde esta historia, y muchos estudios sugieren que es más bien una leyenda o un mito popular. A pesar de esto, la historia de la papisa Juana sigue siendo un símbolo de las barreras que las mujeres han enfrentado para acceder a posiciones de poder en la Iglesia.


A lo largo de los siglos, muchas mujeres han tenido una influencia significativa en la corte papal, especialmente como consejeras, donantes y figuras políticas. Las mujeres de la nobleza, como las mujeres de la familia Medici o la madre de papas como Sixto IV o Alejandro VI, desempeñaron papeles clave en la política de la Iglesia. Aunque no ocupaban cargos eclesiásticos formales, su influencia sobre las decisiones papales fue indiscutible.

En tiempos recientes, algunas han sido designadas para ocupar roles dentro de la Curia Vaticana, la burocracia central de la Iglesia. El Papa Francisco se dio a la tarea de revisar el papel de la mujer en la Iglesia. Aunque todavía es una minoría, estas designaciones representan un cambio significativo. En 2019, por ejemplo, el Papa Francisco nombró a Barbara Jatta como directora del Museo Vaticano, siendo la primera mujer en ocupar este puesto.


 En 2023, se incluyó a las mujeres con voz y voto en el Sínodo de Obispos, y en el Sínodo de 2024 se ordenó, por primera vez, la ordenación de mujeres como diáconos. La discusión, sin embargo, sigue abierta. Finalmente el el nombramiento de Raffaella Petrini es un paso importante hacia una Iglesia Católica más inclusiva, que reconoce la necesidad de dar a las mujeres un papel más visible en la toma de decisiones. 

Este es solo el principio de una posible transformación profunda dentro de la Iglesia, que podría marcar el inicio de una nueva era en la que las mujeres tengan una participación activa en la vida eclesiástica. Petrini está haciendo historia, pero su nombramiento también es una señal de que el futuro de la Iglesia debe ser más equitativo, justo y representativo para todos.


Anitzel Díaz

 

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