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El Eco de los zapatos rojos

Por Anitzel Díaz



¿Qué representa un zapato? Para Chiharu Shiota es la presencia, para Chauvet la ausencia. Para París el rastro; la reafirmación del “aquí estoy, no tengo miedo”. Un zapato como reafirmación de una idea. La huella, en la sociedad, de lo que habita.


En el 2016, veintidós mil zapatos tomaron la Plaza de la República como alternativa a la marcha que se iba a realizar para denunciar el cambio climático. El terrorismo obligó a que no se pudiera salir a la calle. Pero quizá los zapatos hallan escarbado una huella más profunda en el imaginario colectivo que el paso y el peso del zapato ocupado. 22,000 tipos de calzado que hablan de una sola persona y un solo deseo. Que exigen una promesa de futuro.


Para la instalación Over the Continents, Chiharu Sirota -artista contemporánea japonesa- recopiló decenas de zapatos. Objetos huérfanos, desplazados, desprovistos de historia. Los unió con estambre rojo que simboliza la conexión entre los seres humanos que muchas veces puede ser tensa, enredada o incluso rota. Todos tienen una historia que se comparte, implícita o no.


Sirota explora en su trabajo la noción de memoria. Describe con objetos cotidianos, como éstos se convierten en una segunda piel que contiene la impresión de una persona, el espacio entre los sentimientos.





En el 2009, Elina Chauvet, nacida en Chihuahua crea la instalación Zapatos Rojos a partir de una experiencia personal y la desaparición de cientos de mujeres en Ciudad Juárez. Es a través de la visibilidad del objeto que Chauvet ilumina el vacío dejado por madres, hijas, hermanas, esposas. El rojo acentúa: pide ser mirado; hace que el zapato que alguna vez representó la vida sea ahora un testamento de la portadora. Lo mismo que una declaración de dolor. Lo mismo que una protesta.

 

Al igual que en París, cada zapato aporta una historia y ha sido plantado ahí para ser visto. Es también una marcha silenciada. El proyecto es itinerante y se ha instalado, desde el 2009, en más de 50 espacios. En cada lugar la sociedad participa donando y pintando de rojo los zapatos ya sea in sintu o anteriormente. El proceso se valida desde la convocatoria y sin lugar a dudas genera debate y reflexión donde quiera que va.


Los Zapatos Rojos levantan la voz sobre la violencia de género, no solo en México sino en el mundo. Los zapatos de París intentan llamar la atención sobre el cambio climático. La sociedad quiere ser escuchada, y toma prestada la voz del arte. Es el cambio social que deviene del presente, el que derrama su influencia sobre los artistas y lo que producen. Al mismo tiempo el arte puede provocar ese cambio; puede abrir los ojos e instaurar una memoria colectiva.

En México, 2 de cada 3 mujeres han sufrido violencia de género. No existen cifras confiables de desapariciones. Ha perdido la cuenta de todos los zapatos que han participado en la instalación. Los zapatos piden esperanza. Lo que queda de estas instalaciones efímeras es el registro gráfico; la fotografía. En ellas se lee preocupación, indignación, pero sobre todo esperanza.


La instalación llegó a Chile. Comenzó en el centro de Santiago y se replicará en espacios públicos de Valparaíso, Concepción y Punta Arenas, siempre bajo la dinámica diseñada por Chauvet: "Esto no se trata solo de la instalación, sino que de todo el proceso ciudadano que involucra. La gente colabora donando los zapatos, pero luego también convocamos a una sesión colectiva de pintura, para dejarlos rojos. A partir de esas instancias es que se genera una reflexión. Y en algunas ciudades después de la obra incluso han surgido redes de trabajo y proyectos anexos que denuncian la violencia de género", comenta la artista.





¿Qué hay en un zapato? Un poco de cada uno de nosotros, de nuestros miedos y esperanzas. En París lejos de la Plaza de la República, el mismo domingo, Darren Aronosfky - director de cine- y JR project -artista francés-, crearon The Standing March. Una instalación proyectada a un lado de Paris' Assemblee Nationale. Una multitud virtual, silenciosa que marchaba sin zapatos.


El gesto del arte contemporáneo es a veces percibido como invisible. Es cuestionado y anulado. Pero a veces es permanente.


Publicado en La Jornada Semanal 2017


 

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